lunes, 9 de septiembre de 2013

Aquellos irreductibles lobos, el orgullo de Cantabria.

Había una vez un grupo de locos por el basket, que un día decidieron formar un equipo en Torrelavega. Y el equipo creció y creció, y llegó a ser el orgullo de un pueblo, jugando varias temporadas en ACB. De Sociedad de Amigos del Baloncesto a Lobos Cantabria, una historia de cuento que terminó en parte por las leyes de la gravedad económica y en otra por la desastrosa intervención política. 

En los últimos años, el equipo languideció en el frío palacio de los deportes de Santander. Pero hubo un tiempo en el que los Harstad, Jackson, Ruiz Lorente, Thomas Jordan y demás formaron una aldea de irreductibles que resistía una y otra vez al invasor. Y la afición hizo que se conociera su cancha como la bombonera del cantábrico. Yo estuve allí, con los ojos como platos, el día que Vaughn derribó a Goliath. Y disfuté de aquel superclase que siempre fue Marc Jackson, dentro y fuera de la pista. Algún día volveremos. Porque aunque fuera por un breve instante de tiempo, nos hicieron soñar que éramos los mejores.



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