domingo, 26 de enero de 2014

Gigantes escondidos

La perspectiva es importante. Remontando la carretera de Toledo, vista al Norte a toda vela, dejo atrás por estribor el cerro de los Ángeles, centro geográfico de la piel de toro. Es entonces cuando aparece Madrid, bajo la bruma generada por miles de barcos que arriban a puerto tras un corto fin de semana de provincias. Fijo mi mirada al final del paseo marítimo de la Castellana, que se comienza a intuir tras las comillas dibujadas por las Torres KIO. Lo primero que llama mi atención desde el cristal del Nautilus de mi suegro son cuatro torres, oscuras en la lejanía, fabricadas seguramente por señores oscuros en tiempos no tan lejanos, para esclavizar a incautos Hobbits recién horneados. Allí se mezclan en un curioso mundo vertical orcos de dientes largos, tiburones de cuello blanco y algunos de los más valientes héroes de nuestro tiempo. Parapetados tras una hojarasca de plantillas de Excel y alimentados con rancho de Sandwich frío de Vending, desafían los peligros de una jungla de la que nadie les dio manual de instrucciones. Un poco más al Este, una majestuosa Torre Picasso se alza imponente sobre los edificios circundantes. Me doy cuenta de que vista desde el Sur, parece no tener rival. Lo que a pie de tronco parece apenas un árbol más sobre un bosque de asfalto, es en realidad un gigante escondido por la perspectiva. Es entonces cuando reconozco que caminé entre gigantes casi sin darme cuenta. Y que allí siguen, con nombres y apellidos. En praderas, buscando sus sueños. Con la sonrisa preparada para aquél que lo necesite. Como sé, afortunadamente, por experiencia propia. Un brindis por los valientes, y por los que se quedaron en el camino. Porque se lo merecen, sin ninguna duda.

"Desbrozando el camino para avanzar hacia el objetivo
Del mismo tronco del que nacimos nosotros
Naceran otras ramas jóvenes que continuaran la lucha
Que se constituirán en dueños conscientes de su futuro"



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